Las conexiones domésticas y las líneas de servicio aprovechan directamente la red de distribución, de forma que el gas se transporta a través de contadores y válvulas de seguridad a los clientes finales, por ejemplo, edificios residenciales, polígonos industriales, oficinas y viviendas particulares, donde se utiliza principalmente para cocinar, calentar espacios y realizar procesos industriales.